Por Juan Villacorta Paredes
El arte expresionista se caracteriza por el empaste grueso, el delineado largo de aspecto tosco y primario, pero es de propósito muy emotivo.
El expresionismo se ocupa en especial del sentimiento humano. Veamos por ejemplo, "Flores en una ventana" de Kokoschka, es un bodegón que por la fina sensibilidad del artista ha adquirido extraordinaria personalidad. El pintor, para destacar la importancia del vaso con flores lo ubica en el vacío de una ventana y le pone de fondo la majestuosa solemnidad del mar en cuyas orillas se ven también personas diminutas. Trata en definitiva de realizar la presencia de un objeto sencillo que para muchos nada importa. Es un gesto nobilísimo y de exquisita sensibilidad humana.
Haciendo el análisis estético notamos que las líneas verticales de la izquierda con su ligerea inclinación dan idea de consistencia y elevación espiritual, mientras que las de la derecha dan sensación de estabilidad. Estos detalles estéticos realzan la esbeltez del vaso y del bien organizado conjunto de flores. Las líneas rectoras de la composición se notan fácilmente. Su sentido de equilibrio es excelente.
He aquí un bodegón de aspecto tétrico, inmensamente personalizado, poseído de espíritu, de vida y de tragedia.
La disposición de los objetos dan idea de una persona, pero terriblemente agobiada por la miseria y el hambre. Las cosas parecen adquirir vida en su angustia solitaria de muerte.
Todos los objetos son muy expresivos. Los tenedores parecen brazos cadavéricos que se asoman de ultratumba. Los arenques flacos se convulsionan estentóreamente ante el contacto de los siniestros instrumentos punzantes. La taza vacía de aspecto pobre y rudimentario completa la escena. El ámbito oscuro de toda esta pesadilla define la intención de expresar el sentimiento del artista por lo mucho que sufrió la humanidad como consecuencia de las guerras mundiales.
Soutine, para ser más explícito en su exposición, nos refiere el dolor no en los hombres sino más bien en las cosas.